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Escritura terapéutica: La catarsis creativa

  • Foto del escritor: Myrna Leal
    Myrna Leal
  • 31 may 2021
  • 4 Min. de lectura



En una de mis habituales búsquedas de libros, esta vez lo estaba haciendo en una “biblioteca virtual”, di con uno que me llamó la atención: Practicando la escritura terapéutica de Reyes Adorna Castro.

Resultó ser un libro hermoso sobre una disciplina que no solamente se utiliza en terapias de salud mental (desde hace muuuucho tiempo), si no que también permite ejercitar la narrativa a quienes se dedican o aspiran dedicarse a la escritura.

Adorna Castro se graduó en filología hispánica y da clases de lengua y literatura a adolescentes y adultos a quienes estimula la creatividad impartiendo ejercicios para afianzar su madurez y personalidad. Se ha formado en logoterapia, arteterapia y Terapia Breve Estratégica.

La escritura tiene varias facetas, una racional vinculada con el lenguaje, y otra artística creativa, ligada a lo emocional, por lo cual se trata de una disciplina que une la capacidad de pensar con la de expresarse.

Aquí explica la autora en qué se fundamenta esta técnica: “Los pensamientos van y vienen en un viaje frenético, en el que las palabras se interrumpen unas a otras, esas reflexiones que pretendíamos tener se quedan a menudo a medio pensar, puesto que irremediablemente otro pensamiento más fuerte se le ha impuesto casi sin darnos cuenta (…) No quiere decir con esto que los monólogos interiores con los que convivimos no sean útiles y necesarios, pero sí que a veces se quedan cortos a la hora de solucionar determinados problemas, realizar ciertos descubrimientos o tomar algunas decisiones importantes. (...) Al materializarlos en un papel podemos manejarlos mejor, borrarlos, tacharlos, irnos hacia atrás, aumentar la concentración y elaborar reflexiones más valiosas y profundas, puesto que les hemos dado el tiempo necesario para madurar”.

Adorna también destaca que la escritura --muchos lo sabemos ya-- se trata de un acto catártico y recuerda que fue Aristóteles quien tomó la palabra catarsis de la medicina para manifestar que las artes permiten al alma expulsar el dolor excesivo que resulta dañino conservar. Muchos siglos después será el psicoanálisis el que tomará el concepto.

Fueron justamente profesionales de la psicología quienes comenzaron a aplicar las técnicas de escritura terapéutica, que a la vez se vinculan en gran medida con algunas aplicadas en talleres de escritura creativa, ya que ejercita la indagación en las emociones y sus posibilidades de plasmarlas en una obra literaria.

En el libro se incluyen 79 ejercicios, pero aquí mencionaré unos pocos como ejemplo. Son solo algunos de los que, personalmente, me resultaron más interesantes:

  • 1 La línea de la propia biografía: Consiste en trazar una línea recta en el cuaderno que represente la línea de tiempo e ir señalando los acontecimientos y experiencias que consideramos más importantes. Luego debemos responder a las siguientes preguntas. A) ¿Cómo nos sentimos en ese momento en que se produjo el hecho señalado? B) ¿Cómo nos sentimos ahora con respecto a ese hecho? C) ¿Cómo creemos que nos sentiremos en el futuro? Se trata de un ejercicio que permite ver acontecimientos desde una distancia sana y que puede transformar la interpretación que tuvimos de ellos.

  • 2 Escribir una carta a un familiar o amigo/a ficticio/a como si estuviéramos a punto de viajar para vivir un tiempo con él/ella y quisiéramos resumir aspectos de nosotros mismos para facilitar la convivencia. Será una forma de ejercitar el autoconocimiento.

  • 3 Diez años más: Describir cómo creemos que seremos y estaremos dentro de diez años, tanto física, mental, espiritual, como profesionalmente. La autora considera que este ejercicio ayuda en los momentos de bloqueos ante la necesidad de decidir asuntos vinculados a lo profesional o familiar, etc. “El mañana tiene mucho que ver con las actuaciones presentes”, señala.

  • 4 Este me resulta muy divertido. Se trata de escribir nuestras preferencias en la vida. Aquí reproduzco ejemplos dados por la autora. “Prefiero el cine, prefiero los gatos, prefiero los robles a orillas del río. Prefiero Dickens a Dostoievski. Prefiero no afirmar que la razón es la culpable de todo”. Es una forma de mirarnos y recordar qué somos y qué deseamos.

  • 5 Me acuerdo: Se trata de componer un poema en el que cada verso comience con “me acuerdo”. La consigna consiste en no pensarlo demasiado sino dejar fluir nuestros recuerdos de forma desordenada y así como lleguen. La intención es homenajear nuestro pasado porque es digno de ser recordado. Transcribo aquí una cita que hace la autora de un libro de George Perec relacionado con esta consigna y que me pareció muy bonita. “Me acuerdo del pan amarillo que hubo durante algún tiempo después de la guerra. Me acuerdo de la época en la que se llevaban las camisas negras. Me acuerdo de lo agradable que era estar enfermo en el internado e ir a la enfermería. Me acuerdo de que me perdí al ir a comprar un chicle”.

Aunque suene reiterativo, insisto en que para encarar estas tareas no hace falta ser un escritor, ni siquiera tener algo de habilidad para la escritura. Luego tal vez lo podremos corregir, en caso de que consideremos que algo puede ser valioso para incluirlo en un libro, guardarlo o subirlo a internet. Y, sino, también lo podemos quemar o romper, en caso de que hayamos escrito en papel, o enviar a la papelera de reciclaje si el texto es digital.

Quizá haga falta algo de valor para extraer ciertas emociones y sentimientos. “La escritura ayudará a reflexionar, a desbloquear, a mirar los problemas desde un lugar estratégico, a organizar el caos, a materializar en un papel nuestras emociones invalidantes para poder manejarlas mejor y a sacarle partido a la derrota, al dolor y hasta al llanto, dice Adorna Castro.

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