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Al rescate de una escritora olvidada

  • Foto del escritor: Myrna Leal
    Myrna Leal
  • 22 may 2021
  • 5 Min. de lectura

La londinense Daphne Du Maurier ha sido durante décadas una escritora infravalorada, algo que a 32 años de su muerte no se ha modificado, al menos fuera de su Inglaterra natal, a pesar de que en los últimos tiempos han surgido voces de reivindicación.

Du Maurier escribió decenas de relatos de ficción disfrazándose de narrador masculino o femenino con ductilidad.

Sus obras, las más populares de las cuales son Rebeca y Los Pájaros, ambas llevadas al cine por Alfred Hitchcock, avanzan sobre temas lésbicos, -generalmente de manera solapada- ninfomanía, incesto y asesinatos familiares.

En vida consiguió fama y fortuna con decenas de novelas y relatos cortos de suspenso, intriga y terror dentro del género considerado gótico-romántico.

Es verdad, Du Maurier nació con ventajas. En su familia había varios escritores, su padre fue un famoso actor inglés, Gerald Du Maurier; su madre, Muriel Beaumont, ejerció esa misma profesión; su abuelo fue un caricaturista también de fama, George du Maurier. Su tío William Comyns Beamont fue periodista y editor de una revista y quien prestó esa publicación para que Daphne mostrara sus primeros relatos.

Pero ese fue el comienzo, luego se las arregló solita para trascender con su obra, hoy bastante olvidada y tapada por las adaptaciones cinematográficas de varias de sus novelas que hizo Hitchcock.

Du Maurier nació el 13 de mayo de 1907 en Londres y su decisión de orientarse hacia el mundo de la literatura fue coherente con el ambiente cultural que se respiraba en su casa. Fue la segunda de tres hermanas, la mayor de las cuales, Angela, también fue novelista y la menor, Jeanne, optó por la pintura.

En 1932 se casó con Frederick Montague Browning, 11 años mayor que ella, un militar de alto rango y multi condecorado de la Armada británica. Tuvieron tres hijos.


Un poco de morbo

Hasta aquí lo más formal de su vida privada. Ya pasaremos a su vida profesional con más detalles, pero vale la pena adentrarse un poquito en el morbo porque explica algunos de sus intrincados recursos literarios.

La sospecha de su bisexualidad fue un secreto bien difundido en su época. Pero, además, tuvo un vínculo tóxico con su padre que incluso habría dado lugar a una relación incestuosa.

El diario británico Daily Mail publicó recientemente que uno de sus amigos, Michael Thornton, aseguró que en 1965 la escritora le admitió sobre su padre: "Cruzamos la línea y lo permití. Me trató como a todos los demás, como si fuera una actriz a la que seducía como en una de sus obras teatrales".

Incluso, de acuerdo con el periódico, algunos allegados a la familia advertían que el padre tocaba a su hija en público de forma inapropiada, incluso a veces hasta resultar “bastante embarazoso”.

La escritora inglesa Margaret Forster afirma en su biografía de Du Maurier que Daphne se sintió desde niña como un varón. Se enamoró de una mujer a los 20 años en París, pero luego decidió encarrilar su vida hacia el lado convencional y se casó con Browning.

Si bien nunca se separó de su esposo, tuvo amantes de ambos sexos y se enamoró al menos de dos mujeres. Una de ellas fue Ellen Doubleday, esposa de su editor norteamericano, Nelson Doubleday, aunque esta nunca le correspondió desde el punto de vista físico, pero sí desde lo afectivo, ya que ambas mantuvieron una cálida amistad que se reflejó en su correspondencia, en la que Du Maurier, además de confesarle su amor, le reveló posteriormente su relación con la actriz Gertrude Lawrence, a la sazón, amante de su padre.

Lawrence y Du Maurier se conocieron a finales de la década de 1940 cuando la actriz protagonizó la obra teatral September Tide, que la autora escribió inspirándose en su ambigua relación con Ellen.

Según Forster, Daphne luchó durante toda su vida con su naturaleza transexual. “He crecido con la mentalidad y el corazón de un chico. Por eso a los 18 años me enamoré como un chico lo habría hecho de alguien que era 12 años mayor que yo”, le contó a Ellen en una de sus cartas. Luego, decidió encerrar al muchacho que llevaba dentro y casarse.

Mientras su homosexualidad ha quedado plasmada en su correspondencia, su supuesta relación incestuosa no está tan clara y solo ha sido traída en los últimos años por la prensa británica a modo de hipótesis, aunque sobre la base de diversos testimonios.




“Anoche soñé que había regresado a Manderley”

La más famosa de las novelas de Du Maurier fue, sin dudas, Rebeca, escrita en 1938, y filmada por Hitchcock dos años más tarde con enorme trascendencia, tanto que ganó el Óscar a la mejor película.

Ese drama de suspenso gótico-romántico ha sido considerado folletinezco y, por lo tanto, de género menor, aunque en los últimos años muchos han reivindicado la obra y aspiran a que sea ubicada en el panteón de los grandes autores del género.

La famosa frase “anoche soñé que había regresado a Manderley” abre tanto la novela como la película a través de una voz en off. Luego se desarrolla un relato que, se podría decir, es protagonizado por una mujer muerta, quien da nombre a la obra, aunque este personaje es alguien omnipresente, pero cuya corporeidad no va más allá de un retrato.

La trama avanza sobre el drama psicológico de una joven de clase humilde que conoce a un viudo y rico lord inglés con quien contrae matrimonio. Pero la chica nunca logra adaptarse a su nuevo papel, perseguida por la imagen de la anterior esposa de su marido, Rebeca, quien murió en sospechosas circunstancias dentro de un yate que el propio lord hunde.

En la compleja trama psicológica que protagoniza la joven esposa interviene también el ama de llaves de la mansión, una mujer poco equilibrada que le hace notar permanentemente que nunca logrará reemplazar a su predecesora.


Otras obras

También fue Hitchcock, admirador de la escritora londinense, quien adaptó la primera novela exitosa de Du Maurier, La Posada de Jamaica, escrita en 1936.

En 1963, sobre su relato Los Pájaros, el mismo director filmó la película del mismo nombre, con un guión algo alejado del relato de la escritora, aunque conservando la base argumental.

En verdad tampoco la película La Posada de Jamaica, asimismo adaptada por Hitchcock, se atiene a la novela, pero en este caso fue famoso el gran enojo de Du Maurier.

La novela Los Pájaros narra el ataque masivo por parte de esos animales que comienzan un día a sufrir los pobladores de Cornualles, lo que pone en peligro sus vidas y los somete a una situación infernal, con aves cada vez más organizadas y enfurecidas, lo que los obliga a recluirse para intentar sobrevivir, ya que son animales asesinos capaces de matar a picotazos.

El mensaje es de una actualidad que sorprende, ya que plantea qué pasará cuando la maltratada naturaleza se revele contra la dominación de los humanos.

No puedo evitar pensar en el cambio climático, por ejemplo, o sin ir más lejos, en el virus procedente de algún animal sacado de su hábitat que ha generado esta pandemia de coronavirus que todavía sigue matando.

Finalmente, y solo por nombrar algunas de las obras de la autora inglesa, también se hizo famosa La posada de Jamaica, antes mencionada, un relato terrorífico, una vez más ambientado en Cornualles, protagonizado por una joven que va a vivir con su tía y descubre que el marido de ésta es el jefe de una mafia, lo que termina sometiéndola a una gran cantidad de espantosos peligros.


Bonus track

La fama alcanzada por la película Rebeca en España derivó en el nombre dado en ese país a la prenda femenina que vestía la protagonista, Joan Fontaine. Se trata de un abrigo tejido con botones que en Argentina solemos llamar saquito y en Uruguay campera de lana.

Du Maurier murió a los 81 años, el 19 de abril de 1989, en su casa de la pequeña localidad de Fowey, frente al mar, en el condado de Cornualles. Sus cenizas fueron esparcidas en los acantilados de esa zona donde vivió durante décadas.



 
 
 

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